Con una gran variedad de modelos y marcas en el mercado, saber como identificar un buen par de altavoces o monitores es más importante que nunca.
¡Qué pasa cavernícolas! Ha pasado bastante desde que nos leímos por última vez en esta serie, pero hemos vuelto para arrojar algo de luz sobre un ámbito que para algunos puede resultar algo complicado y desconocido.
Nos referimos a todo ese amasijo de parámetros y datos que aparecen en las hojas de especificaciones técnicas que nos encontramos cuando buscamos unos buenos altavoces o monitores para nuestro home studio.
Antes de entrar al turrón, vamos a aclarar un par de conceptos preliminares. Existen diferencias entre altavoz y monitor. Los primeros frecuentemente tienen alguna frecuencia coloreada en busca de un sonido más agradable al oído. En cambio, los segundos se caracterizan por tener una respuesta más equilibrada (llamada respuesta plana), cuyo propósito es emitir el audio de la manera más realista posible.
A su vez, éstos se dividen en activos y pasivos. Los activos no requieren de ninguna etapa de potencia previa, ya que tienen su propia alimentación dentro de la caja. Los pasivos en cambio no la incluyen, por lo que necesitan una etapa de potencia previa para funcionar.
Por último, nos falta mencionar la clasificación de monitor de campo cercano, medio y lejano. Conforme avanzamos en la distancia, estos monitores son cada vez de gama más alta, reproducen un rango más amplio de frecuencias y, por lo tanto, son más caros. Los de campo cercano se sitúan junto al usuario, los de campo medio a una distancia alrededor de 2 metros, mientras que los de campo lejano suelen ir empotrados en las paredes. Hoy nos centramos en los de campo cercano, que suelen ser los más comunes y accesibles para cualquier usuario.
Pues bien, a la hora de buscar el altavoz/monitor (nos limitaremos a llamarles altavoz de ahora en adelante) que se ajuste a todo lo que buscamos, nos damos de frente contra una cantidad de datos que nos sobrepasan en la mayoría de los casos. Vamos a echar un vistazo a algunos de los más significativos.
· Potencia: Medida en vatios (W), indica la cantidad de potencia eléctrica que el altavoz es capaz de soportar antes de comenzar a distorsionar o sufrir daños graves. No está necesariamente relacionada con la potencia acústica (vulgarmente volumen) del mismo. En general, es una medida de la buena o mala construcción de éste.
· Rango de frecuencia: Medida en hercios (Hz), indica el intervalo de frecuencias que el altavoz puede reproducir. El rango de frecuencias del oído humano se sitúa desde en torno a 20Hz hasta unos 20KHz. Ya que la mayoría de altavoces llegan a estos 20KHz, serán cada vez mejores conforme alcancen frecuencias más y más bajas.
· Woofer/Tweeter: Se corresponden al altavoz de graves y al de agudos, respectivamente. La información sobre éstos suele venir dada en pulgadas a milímetros. Generalmente el tweeter está encima del woofer.
· Frecuencia de cruce: O crossover en inglés, y también medida en hercios (Hz). Esta frecuencia marca el límite a partir del cual se mandará la señal al woofer o al tweeter. Toda señal por debajo del crossover será enviada al woofer, y por encima al tweeter. Esta acción se realiza mediante un dispositivo electrónico, el cual ayuda a mejorar la respuesta en frecuencia del altavoz y a evitar alcanzar frecuencias resonantes del mismo.
· Direccionalidad: Medida en grados (º). Esta es tan obvia como parece, y es que no todos los altavoces emiten sonido en las mismas direcciones. Los fabricantes suelen darnos este dato tanto en horizontal como en vertical. Dependiendo de nuestras necesidades, tendremos que optar por un altavoz unidireccional, bidimensional o incluso omnidireccional.
· Conexionado: Es importante prestar atención al tipo de conexionado del que dispone el altavoz, así como dónde se encuentran. Por lo general, cuantos más tipos de conexiones, mejor. Esto es algo que depende de las necesidades del usuario, pero que es fundamental consultar antes de adquirirlo.
Existen más cosas a tener en cuenta, como el peso, diseño o los materiales de construcción del altavoz, que tampoco deberían pasar desapercibidos. Además de estos, no hemos hablado de algunas como la sensibilidad, distorsión, o los distintos tipos de potencia (además de la que ya hemos mencionado), por lo que dejamos este artículo abierto a una segunda parte si así nos lo pedís.
Esperamos que esta nueva edición de “Hablemos sobre el sonido” haya abierto nuevas fronteras de conocimiento para vosotros. Os dejamos enlazada una hoja de especificaciones técnicas para que podáis echar un vistazo a todo lo que hemos hablado anteriormente. Sin más dilación, nos despedimos hasta la próxima. ¡Sed buenos!
