La cantante y compositora británica apuesta por el «más es más» y sale ganando en este segundo álbum de estudio
Hay una especie de leyenda urbana que menciona que un artista suele decaer cuando llega al segundo disco. Normalmente el camino hasta el primero es largo y afianza unos seguidores que en adelante ponen las expectativas muy altas en ti o se pueden cansar rápidamente ante la vasta oferta que hay en el mercado hoy en día. En el caso de Rina Sawayama fue ya previamente a su debut SAWAYAMA cuando plantó el listón bien alto con su EP RINA, entre otros éxitos elegido por el conocido crítico independiente Anthony Fantano como el mejor proyecto de ese año y en ese formato.
Ahora, la cantante y compositora está de vuelta con Hold The Girl, un segundo trabajo muy ambicioso cuyo esfuerzo ha dado grandes resultados. Así, la británica consigue aquí expandir su espectro a un montón de estilos adicionales sin dejar de sentir en ningún momento que estamos escuchando a Rina Sawayama. Esto es también en parte gracias al productor que lleva dándola la mano desde sus comienzos, Clarence Clarity, y que en este álbum en particular parece que la voz de la artista es bastante más predominante, siendo acompañada en muchos momentos por bases atmosféricas y recursos vocales que potencian su propia presencia.
No es por tanto extraño que la balada o la «power balad» sean un tipo de canción que escuchemos en varias ocasiones en este disco, si bien este tipo de canción va pivotando en producción, instrumentación y energía cada vez que nos la encontramos. De esta manera podemos encontrar un clásico ‘Send My Love To John’ en el que no hay más que una guitarra que nos lleva hacia el country o americana. En ‘Forgiveness’, ‘Hurricanes’ o ’Catch Me In The Air’ hay muchos más elementos que impulsan el chorro vocal de la británica en un ámbito de pop clásico. ‘To Be Alive’ cierra el disco de una manera majestuosa e híbrida, intercalando pianos con bases electrónicas que ayudan a desvanecer la voz en los momentos más dramáticos de la canción.
El corte que da el nombre al disco, ‘Hold The Girl’, tiene también una parte vocal elevada por varias cuerdas y coros que enamora desde el primer momento. También hay un cambio de tono al final que siempre es un recurso que llama la atención y ella se puede permitir hacer sin pestañear. Se alterna, sin embargo, con un post-chorus unos versos con bases de garage house que convierten al tema en bailable por momentos. De lo que no estamos seguros es de si eso era necesario hacerlo en una canción con tanto potencial melódico, pero igualmente es sin duda de los mejores momentos del disco.
En torno al centro del proyecto, comenzando lo que es su segunda mitad, encontramos el resto de nuestras canciones favoritas, todas de una energía desbordante y llevando con orgullo ese “más es más” tan característico. ‘Your Age’ interpola los punteos de un banjo con una potente base electrónica que parecería sacada del arsenal de midtempo de alguien como Rezz, así como se pueden encontrar “lloros” paralelos de voces y guitarras en los estribillos o el uso de chips vocales que se suman al resto de bases por momentos.
En ‘Imagining’ podemos escuchar por primera vez la voz de Rina Sawayama modificada de una manera juguetona y cercana al hyperpop. Lo que ocurre es que el resto de producción bailable, rota y agresiva no tiene nada que ver con este género. ‘Frankenstein’, por su parte, es otro corte de ritmo frenético y palpitante que no deja descanso y que mira hacia un punk-rock maximalista y exuberante, si bien a la par es infeccioso como una canción pop que se hubiera hecho para tiktok.
Ya puedes escuchar a continuación Hold The Girl al completo, sin duda una de las mejores propuestas pop del año a día de hoy: