El primer álbum de estudio del holandés pone su nombre en boca de todos
Lejos ha quedado la carrera de aquél joven Signal que se abría hueco en la escena del drum & bass más oscuro al estilo de Noisia. En cuanto nació el proyecto de IMANU, su sonido empezó a evolucionar hasta alcanzar el punto en el que está ahora. Un punto en el que puede mirar a los mejores del panorama a su misma altura, sin las limitaciones a las que se sometía con el neurofunk y con un estilo totalmente nuevo al que han bautizado como “future breaks“.
A sus 23 años, IMANU ha llevado su sonido a una madurez prodigiosa, y es que no limita su estilo a un mismo género sino que se atreve a llevarlo al ritmo que considera más oportuno, creando así una historia diferente para cada tema. Con una sonoridad similar pero adaptada a cada lienzo dando esa sensación de originalidad en cada cosa que toca.
Su puesta en largo después de tantas demostraciones de calidad ha sido con un ‘Unfold‘ con el que gran parte del panorama electrónico ha reaccionado con asombro. Desde los fans hasta los propios productores. El propio Virtual Riot preguntaba en su twitter si «IMANU es el nuevo Flume», y no es descabellado llegar a pensar eso después de escuchar el disco, ya que se nota que el holandés ha cogido referencias de la mixtape que publicó éste en 2019.
‘Unfold‘ empieza a ritmo de trap, con una vocal dulce de KUČKA y sonidos y glitches agudos, precisamente al estilo de Flume, como comentábamos antes. Esto es algo que se mantiene en gran parte del disco y le dan esta peculiaridad no solo a ‘It’s Our Destiny‘ sino a cada pista del mismo. Justo después e hilando con los aires de calma que nos transmite esta pista, llega ‘Empress‘, que corta de raíz nuestra tranquilidad con un beat de drum and bass hasta acabar mezclando la atmósfera de paz con el frenesí de un ritmo acelerado. Proseguimos al mismo ritmo con ‘Shoyu‘ y la primera colaboración del álbum, donde DROELOE añade también su conocimiento en ritmos cercanos al future bass.
En este punto llegamos a una de las pistas más curiosas del disco. Sabemos de sobra que a The Caracal Project le encanta el flamenco y mezclar este estilo con beats de bass. Pues a estos dos genios se les une la voz de Maria Lea, que no es la primera vez que colabora con Caracal. ‘Syrah‘ es la suma del flamenco y el bass al máximo exponente, con voces cortadas en el drop y un bajo muy presente.
Otro de los estilos que domina IMANU es el house. Un house donde predomina el bajo que sostiene acordes y atmósferas que juegan con la vocal. Este es el caso tanto de ‘Temper‘ como de ‘Pillow Tank‘, esta última a un ritmo más lento y junto a What So Not. En el ecuador del disco nos topamos con ‘Es Tu Réel‘, donde el house evoluciona a un ritmo garage con una vocal en francés, país que le vio nacer. Esta pista nos hace de puente para subir el ritmo con ‘Can’t Find The Words‘, volviendo a acelerar los BPM y colaborando con Louis Futon. Los glitches vuelven a ganar presencia entre la vocal de Cherry Lena.
La música de IMANU no conoce fronteras. ‘Lonely Mess‘ nos acerca al ritmo brasileño a base de baile funk, el cual acaba culminando en house para dar pie a ‘Huil‘, saltando desde aquí a ‘Haunt My Mind‘, uno de los pocos temas de drum and bass del álbum, siendo éste el estilo por el que se conoce al holandés principalmente. Curiosamente este se encuentra seguido de otros dos más de House, ‘Origami‘ y ‘Somehow We Lost It All‘, donde en este último colabora con el conocido josh pan.
Para rematar la faena, ‘1000 Year Reign‘ nos lleva a un torbellino de sensaciones. De unos acordes tranquilos con un zumbido de fondo, acabamos de lleno en un drop cargado de amen breaks y sonidos aleatorios que nos llevan a una melodía preciosa. Y con esta misma melodía acabamos el álbum, no sin antes llevarnos a un caótico clímax donde se mezcla todo, creando un ritmo difícil de interpretar.
Sin duda, es muy difícil realizar un análisis exhaustivo de cada pista sin recaer en el fácil halago de IMANU y sin remarcar cada referencia a Flume que encontramos. Pero esto no es significativo de copia al australiano ni mucho menos, sino un punto de conexión con el que el Jonathan Immanuel Kievit ha encontrado su lugar en la música.
