El ascenso de la mujer en la cultura urbana

En un momento en el que la mujer tiene cada vez más protagonismo en el género urbano, analizamos todas las implicaciones que esto está conllevando

Desde sus comienzos, la música –como en prácticamente todos los ámbitos conocidos– ha sido dominada por hombres. Tanto a nivel de cantidad de tracks en las listas como en cuanto a popularidad, han sido estos actos los que más atracción se han llevado de manera tradicional, y serán muchos más los nombres masculinos que te vendrán a la cabeza que los femeninos si haces un ejercicio de pensar en algunos nombres de los considerados leyendas de la música. Especialmente a nivel del género urbano, han sido los hombres y estereotipos masculinos los que han llevado el hip-hop o el reggaetón adelante hasta llegar a un nivel mainstream

Mirándolo por el otro lado, el que estos estilos hayan sido especialmente representados por varones inversamente ha hecho mucho más difícil a las mujeres verse representadas en estos. Por supuesto, siempre ha habido artistas femeninas como Lil Kim o Missy Elliot “rompiendo la norma”, pero hablando de números la comparabilidad es ridícula. Aun así, la imposición de lo masculino no fue sólo a nivel de números. Si te paras a pensar un momento, incluso las raperas más conocidas de los 90 y los 00’s tomaban actitudes andróginas, por ejemplo en su forma de vestir o cantar. La feminidad ha sido una manera de tratar estos estilos que simplemente parecía no estar prevista, y si la mujer se ha usado de alguna manera en estos géneros ha sido mencionadas en las letras y la mayoría de las ocasiones de una manera subordinada a ellos.

Esto tampoco es algo sorprendente. La música, como el resto de artes, no deja de ser indirectamente un reflejo de las sociedades en las que se convive, y en sociedades tradicionalmente machistas todo lo anteriormente comentado cobra sentido. Sin embargo, hay algo que está cambiando y que lleva haciendo ruido desde hace unos años. Al igual que cada vez es más normal escuchar términos como feminismo, igualdad o paridad entre hombres y mujeres, la cantidad de mujeres que consiguen llegar a la escena popular urbana es cada vez mayor.

Como hemos comentado antes siempre las ha habido. La diferencia es lo que consiguen y la atención que reclaman. En mi caso, probablemente fuera Nicki Minaj la primera artista que rompió algunas ideas cuadriculadas que tenía en la cabeza, especialmente cuando pasó de ser la artista invitada de moda a protagonizar videos como el viral “Anaconda”. Es 2020 y ya no es raro leer en las listas de popularidad nombres como los de Karol G, Cardi B, Natti Natasha, Megan Thee Stallion, Bad Gyal, Cazzu, Ms Nina… al lado de otros como J Balvin, Travis Scott, Future, Bad Bunny o Anuel AA. Sin duda la representación de estas artistas está aumentando… pero aunque la implicación de las mujeres a niveles matemáticos sea mayor, no se podría dejar reducido a este nivel

Hace unos días se ha lanzado el divertido “WAP”, el supuesto primer single del nuevo disco de Cardi B junto a Megan Thee Stallion y que es protagonizado por un vídeo, al igual que su letra, empapado de imágenes explícitas. Esto debería traducirse para todos como la imagen de unas artistas cómodas con su cuerpo y con una libre capacidad de expresión (al fin y al cabo, algo para lo que los varones nunca han tenido problemas hasta que se empezaron a criticar hace no tanto algunas actitudes hacia las mujeres en reggaetón). Sin embargo, la cantidad de críticas que están recibiendo por parte del lado de la sociedad más tradicional reduciéndolas a “p*tas” o “un mal ejemplo” es numerosa e impactante.

Aludiendo una vez más al comienzo de esta conversación y las décadas pasadas ¿dónde estaban todas estas personas cuando estas mujeres estaban actuando de la misma manera pero de fondo en vídeos de artistas que hablaban sin reparos de f*llarlas? Sin duda es una actitud mucho más reprochable y que las simplifica. Y pensando un poco más en la raíz de todo esto ¿quién ha sido el culpable de llegar a esta situación? ¿la propia sociedad? ¿una industria musical representada por esta que ha promovido una imagen de mujer-objeto? ¿ambas?

Creo que en casi todas las entradas de este tipo que escribo no paro de decir que estamos viviendo una época de cambios en la sociedad y que inevitablemente esta se plasma en la música, y una vez más es verdad. El papel ascendente de la mujer y su dignificación es un camino que no todos estamos recorriendo al mismo ritmo. El tiempo que nos corre es de celebración porque por primera vez las mujeres en la escena urbana están reclamando el protagonismo que siempre se han merecido y haciendo lo que quieren con su imagen de una manera orgullosa, pero por desgracia, aún queda tiempo hasta que esto se pueda normalizar a un nivel en el que no tenga que ser siquiera un tema de conversación que merezca ser sacado por encima de su nivel artístico.

Poco a poco se conseguirá que “WAP” o el también reciente “Aquí Yo Mando” de Kali Uchis y Rico Nasty no levanten la repercusión que han generado y se reduzcan a las grandes canciones con buenos vídeos que son. Pero cuando ello conlleva un cambio de mentalidad de tanta gente, hay que aplaudir cada pequeño paso como los que están sucediéndose. Y por qué no seguir soñando: tal vez llegue el día en el que la industria discográfica trate por igual a los artistas, productores, compositores e instrumentalistas independientemente de su género (esto es otro tema que daría para otra entrada entera); o incluso en el que sea igual de normal escuchar a una mujer cantar de mal de amores abiertamente sobre otra mujer que sobre otro hombre… pero poco a poco.

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