KALORAMA Madrid: Cuando el diluvio universal y la saturación política bailaron al ritmo groove atemporal


Primero vino el calor fresco del indie, luego los rayos y el caos hasta que la pista de baile se cernió sobre nosotros: así fue la 1ª edición de Kalorama

Redacción por Reyes Silva (Instagram / X)

Siempre tuve el gran dilema de: ¿cómo consigues vivir e ir adelante por el mundo sin expectativas? Cuando iba al psicólogo siempre le preguntaba que si existe esa gente, que cómo es posible no tener expectativas, pues los que vivimos llenos de ellas siempre acabamos rompiéndonos el corazón a nosotros mismos, y él siempre me decía: “Es bueno tener expectativas, significa que estás vivo, que sabes lo que quieres, vas a por ello y no te conformas con menos.”

Esa fue una de las pocas veces que me hicieron sentir que todo estaba bien, que esperarte cosas está bien, aceptable; pero las expectativas no solo se ciñen a las relaciones y actitudes de los demás, también a los gustos y al arte. Es una realidad el esperar meses a que salga un álbum y que arrase o se evapore. En el primer caso, podríamos colocar al VIVA HINDS, que llegó con Carlotta y Ana resurgiendo de las cenizas para convertirse en leyendas. Tristemente, el segundo caso podría ser lo último de Dua Lipa, donde el LP tira abajo la conceptualización previa construida en torno a la psicodelia, resultando en, ni más ni menos, una decepcionante confusión. 

Dicha expectación sucede siempre, incluso con más furor, con los conciertos, actuaciones en ciertos premios y festivales, y no fue menos mi experiencia en el KALORAMA Madrid, captando de cerca todo el engranaje de su primera y, puede que única, edición. He de admitir que es el primer festival al que fui sin grandes esperanzas ni obsesiones, exceptuando a Jungle, Peggy Gou y Olivia Dean.

Para empezar, algo que me gustó mucho de KALORAMA es que, a pesar de todas las reprogramaciones y cancelaciones de último momento (que, a pesar del hate en Instagram, nada tiene que ver con el festival, es algo complicado de gestionar, y más cuando es en el propio día), todas las actuaciones fueron puntuales. 

No obstante, yo conozco el KALORAMA porque fui a la primera edición en Lisboa (o el gran regreso de los Arctic Monkeys), y el recinto nada tiene que ver. Siendo realistas, decepciona que semejante evento se celebre en un recinto como el del IFEMA, porque deja muchísimo que desear, y más si lo comparamos con su gemelo original. Para añadir, también me faltó mucha escenografía (excluyendo a Jungle, ellos lo hicieron TODO): ¿qué es de las performances sin la estética y la dirección artística? Desde luego que not legendary.

Soy honesta, pero realmente esto es de lo más negativo en sí porque, ¿el contenido del KALORAMA? Una fantasía.

Jueves, 29 de agosto

Kalorama 2024

Nation of Language, por Sharon López

Si algo define a los saturados y estimulantes tiempos contemporáneos en los que vivimos, en especial, la generación Z, eso es la abundancia y, tristemente, todo está hecho, solo queda o seguir lo establecido o transformar, ingeniosamente, lo que ya conocemos. Nation of Language absorbe todo su conglomerado de referencias, las engulle y mastica bien para luego escupirlas con su propia identidad añadida, lo cual se agradece, pues considero que no hay muchos grupos así que honren al synthpop y el new wave sin sonar prefabricados. 

Los de Brooklyn trajeron a KALORAMA un sonido muy marciano, un The-Smiths-meet-New-Order, porque el synthpop con tintes indie que crean no es normal, además de que Ian, el frontman, tiene una voz que parece el mismísimo Morrissey, acompañado de una energía sin igual. Empezaron con la visceral y atmosférica ‘Spare Me the Decision,’ seguida por ‘Rush & Fever,’ donde Aidan empezó a dejarnos ver sus grandes dotes con el teclado y los sintetizadores, explosionando y encandilando al público cuando le llegó el momento a ‘Weak In Your Light.’ 

Me hallo en una complicada encrucijada al intentar describirlo, hacía tiempo que no me hacían sentir tan viva en un concierto, pues todo el repertorio es destacable, pero primará decir que sobresalieron ‘September Again’ y ‘A New Goodbye.’ Literalmente, estos temas (y prácticamente todo lo que hacen) traen esa main character energy, egocentrismo sano, puro y duro, imposible no sentir que estás en un coming-of-age, estilo Sing Street (2016), Las Ventajas de Ser un Marginado (2012) o Girls (2012-2017). Desde luego, ya están tardando en ponerse las pilas los supervisores musicales.

Kalorama 2024
The Kills, por Sharon López

Cinco minutos después, The Kills irrumpieron en la escena de KALORAMA. Alison y Jamie aparecieron como dos estrellas de rock que llevan siglos consolidadas en el panorama, la admiración se sentía, los conocieras o no. Su actuación se definiría en 3 palabras: guitarras eléctricas, melena y distorsión. Eran Marnie y Desi but rockin’ it, con sangre en las venas (los que sois fans de Lena Dunham y visteis Girls, lo entenderéis). Entre los temas que tocaron, están ‘U.R.A. Fever’ o ‘Black Balloon,’ siendo los cambios de guitarra bastante notorios, pues prácticamente cada canción iba con una distinta.

Quizás se hizo algo monótono de seguir y conectar, la verdad, aunque eso no recae en el directo. En sí, se sintió como si estuvieran rodando allí Peaky Blinders (2013-2022), pues la energía era la misma: protagonista trágico con complejo de héroe atormentado que se aísla de todos y, cómo no, todo el mundo conspira contra él y, por ende, se pasa los días fumando y bebiendo, (dato: The Kills sonaron en algún que otro capítulo de la serie).

Para cerrar el escenario DOS en la primera jornada, el carismático Folamour se subió a la cabina para dar espectáculo con su show audiovisual, cargado de paisajes utópicos y música house llena de buenas vibraciones. Fue animando al público con una progresión de ritmos muy inteligente y acabó con momentos cúlmen como cuando sonó su canción ‘Pressure Makes Diamonds’.

Viernes, 30 de agosto

Judeline, por Sergio Albert

La segunda jornada de KALORAMA transcurrió con más emoción y chispa que la primera, con un húmedo y colérico plot twist final que transformó cierto pabellón del IFEMA en el arca de Noé. Judeline entró como reemplazo de Fever Ray, que canceló en el último momento. El primer tema que presencié al llegar fue ‘mangata,’ gratamente sorprendida quedé. No había escuchado a Judeline antes, no es mi estilo, pero admito que ahora entiendo el hype, mismo te hace bailar y motivarte como te inspira y apela a tu sensibilidad oculta. Supurando sus raíces sureñas con cada tema, versionó la mítica ‘La Tortura,’ además de contarnos sus interacciones con el público europeo durante su gira con J Balvin, al introducir ‘2+1’: “Yo le decía a los guiris: ‘PERREO.’”

Poco después entró Yard Act al escenario dos del KALORAMA. Su set básicamente parece una jam session, donde todo es pura improvisación, con mucha fluidez en el transcurso de canciones, derivando en un movimiento continuo y un público muy entregado. El cantante, James Smith, denota su espontaneidad en su carencia de interacción con la audiencia, pues todo el concierto funciona como si fuera un único tema, dotando al grupo de un directo bastante potente que supera con creces a la versión estudio. ‘Dream Job’ fue el momento donde las coristas entraron a bailar aunque, musicalmente, fue bastante decepcionante que omitieran el riff de guitarra de los estribillos, que es la guinda del pastel, “but still it’s ace.” En general, sangraron su energía post-punk en todo el repertorio, resaltando los bajos de, por ejemplo, ‘We Make Hits,’ terminando con un interminable “we love you” cargado de caos y unas gotas de lluvia.

Kalorama 2024
Yves Tumor, Por Sharon López

Lo de Yves Tumor fue de otro mundo. Justo cuando la gente se estaba amontonando para dirigirse al escenario dos a ver al más alternativo del KALORAMA, se escucha un grito ensordecedor, y ahí es cuando sabías que había empezado. Coloreó el espacio, literalmente, primero con su notoria introducción y luego con la infinidad de luces rojas, empapando todo el recinto de sangre, esperando cedernos algo de su organismo sonoro y vibrante. 

A pesar de los otros grupos que también se podrían encasillar en el mismo estilo de Yves, el suyo fue el acto más rock de todos, en todos los aspectos posibles y, aun así, me estaría quedando corta. Su show transcurrió como una llama de fuego potenciada por el corolario lumínico del lugar y su sonido rockero notorio, con su rostro evaporado en una enigmática y errática visión en la pantalla, hasta que sucedió el major-turning point, el punto álgido de mayor tensión y emoción en esta obra de teatro:


I LOOKED HIM IN THE EYES AND IT WAS OVER

El himno estaba empezando, señoras y señores: ‘Gospel For A New Century.’ Entró como un rayo, “came and lighted our fires,” aumentando sensibilidades con el eléctrico solo de guitarra del cierre final. Posteriormente, le sucedieron temas como la distorsionada ‘Jackie,’ que entró como un soplo de aire fresco, y la calmada inundación atmosférica de ‘Meteora Blues.’ Un estribillo que intentó esquivar, durante todo el concierto, la sinfonía de rayos y luces naturales que estaban cayendo del mismo cielo: se mascaba la tragedia.

Los hubo con suerte que fueron al baño y ya se quedaron allí, pero justo en el cambio de escenario para ir a ver a RAYE al principal, empezó a caer semejante tromba de agua que, yo creo, nadie vio en su vida. Los cielos se convirtieron en una ducha, empapando y encharcando zapatos en cuestión de segundos. Flequillos chorreaban hasta que la organización dispuso un almacén para el refugio que llevó a la cancelación de la británica y la reprogramación de los posteriores conciertos.

Los valientes que se quedaron en el recinto a pesar de que su ropa ahora pesaba tres kilos más por la lluvia que les había empapado, iban a recibir una buena noticia: los shows de Overmono y de The Prodigy iban a poder realizarse. El dúo británico Overmono tuvo sin duda una de las mejores sesiones del festival, empezando con una gran cantidad de ritmos rotos que parecían hacer de calentamiento a lo que vendría más tarde con The Prodigy. Los ritmos más movidos y agresivos que activaron al público después de la ducha natural, se convirtieron luego en el house marca de la casa, con el que Overmono cerró su gran papel en KALORAMA.

Seguidamente uno de los platos fuertes de todo el festival aparecería en el escenario UNO. Los veteranos The Prodigy habrían salido aunque estuviera nevando en IFEMA, dudo que algo les pudiera haber frenado. La energía y presencia del grupo sobre el escenario era abrumadora; los pioneros del breakbeat fueron a piñón, sus canciones más míticas se sucedían unas tras otras y el público más afín al grupo enloquecía. Las visuales acompañaron perfectamente el ambiente de concierto y la banda se dejó todo para conseguir ser uno de los conciertos más destacados del día y del festival.

Sábado, 31 de agosto

Después de unas horas expectantes sobre qué sería de nosotros el último día, el diluvio universal llegó a su fin, trayendo consigo la calma y la apertura de las pistas de baile en KALORAMA. La última jornada del festival acogió al triple de gente que los otros dos días, contando este con los puntos fuertes del cartel.

A las 19:30 llegó a KALORAMA el encanto hecho persona, un ser de luz vestido de blanco y rodeado de su banda de soul-jazz: Olivia Dean. Con la ambientación de un campo de flores de fondo, presentó el furor de su último single, ‘Time,’ arrasando con su carisma y una poderosa orquestación. La londinense tiene un don al interpretar, invocando a nuestros sueños con su naturalidad en ‘UFO,’ ‘Ladies Room,’ donde sacó una curiosa maraca con forma de plátano y la optimista ‘The Hardest Part,’ siendo así la artista que más conectó con el público. Olivia nos dio lo mejor de sus aprendizajes propios, hablando como si fuera la voz interior que uno plasma en su diario. En ‘Carmen,’ rindió homenaje a su difunta abuela, introduciéndolo con un discurso sobre su familia al hablar de los inmigrantes que luchan para rehacer su vida en un país nuevo y sacar su vida adelante, dándonos un poco de su contexto propio antes de zambullirnos en ‘Dive’ brindando el mejor cierre posible de un show.


Massive Attack, por Sergio Albert


El concierto de Massive Attack en KALORAMA fue de los más esperados, comenzando con un sonido envolvente y un ambiente cargado de expectación. Todo el mundo se reunió para ir a presenciarles, observando un comienzo cargado de una tonelada de mensajes existencialistas:

IS LIFE A QUESTION OR AN ANSWER? AM I REAL? DO I MATTER?


Massive Attack usa esta miscelánea informativa para desconectarnos de nosotros mismos, vaciándonos por completo de todo conocimiento previo basado en la falsedad y, por ende, transcurrir a la clase de historia, enseñando las masacres del mundo en el que vivimos. Su estrategia es exponer una crítica al sistema, el cual corrompe nuestros espíritus y criterios al secuestrarnos mediante la incontrolable saturación de las redes y la sobre información, llevando a la despersonalización colectiva: ¿Somos una mera fabricación de nuestra deficiente sociedad?

Esta semejante estampa postmodernista pretende que el espectador se replantee su autenticidad, apelando a las frágiles identidades incoherentes. Así lo entienden aquellos que entienden el discurso, tales como Sasha y Fran, dos fans que emergen de entre el dedicado público, comentando y describiendo la esencia y el show de los bristolenses como íntimo, oscuro y una evidente perversión política. Para ello, emplearon un imaginario visual compuesto por imágenes de Gaza y Ucrania, llamados al alto el fuego, infinidad de datos sobre bombardeos y guerras, imágenes de Putin y Netanyahu, el cambio climático… Imposible no apelar al disgusto colectivo.

Entre toda la infinitud de datos y veracidades, los ingleses estuvieron acompañados en KALORAMA por artistas colaboradores como Elizabeth Fraser (Cocteau Twins), Young Fathers y Deborah Miller, interpretando todos los temas más notorios de su discografía, resultando así en toda una experiencia inmersiva.

La supuesta divinidad falsa y malévola, la más brat de todas, que nos castigó el viernes, mostró su verdadera naturaleza cuando fue invocada por el groove de Jungle. Allá cara 1518, en Estrasburgo, sucedió un hecho que, a pesar de que parezca poco probable, es verídico. Una mujer empezó a bailar desatadamente, derivando en una especie de histeria colectiva y una consecuente epidemia del baile. Este baile sin fin es, exactamente, lo que reproduce Jungle. Con un set invencible que parece que está grabado, una escenografía psicodélica, industrial y retro derretida en colores rojo, blanco y negro y una atmósfera vibrante, los londinenses arrojaron el único directo en el que nada falta. En ‘I’ve Been In Love’ nos enseñaron lo que es la devoción, con ‘What D’You Know About Me?’ abrieron las puertas de la disco y en ‘Back On 74’ el mundo se paró. Pusieron el broche de cierre con ‘Keep Moving,’ rompiéndonos el corazón al despertarnos del sueño que acabábamos de vivir. Supongo que todos podremos seguir con ello (“I could live with it, I could live with it, oh”). 

Imagen destacada por Sharon López

Total
0
Shares
Prev
Dockyard Warehouse Festival celebra el futuro del techno en el ADE 2024
Dockyard Warehouse Festival

Dockyard Warehouse Festival celebra el futuro del techno en el ADE 2024

Como una joya escondida en la renombrada escena de festivales holandeses,

Next
Fred again.. se mantiene fiel a sus principios en “ten days”

Fred again.. se mantiene fiel a sus principios en “ten days”

En su quinto proyecto largo, el artista británico pisa sobre suelo firme sin

You May Also Like

¡Entérate de todo el primero!

Suscríbete a nuestra newsletter y entérate de todo antes que nadie. Prometemos que no vamos a ser pesados.