La pareja de productores mantiene las influencias del EP que tanto éxito les ha traído para terminar de explotarlas en su primer álbum
Desde que el dúo The Blaze publicaron en 2017 su EP debut ya se podía percibir un aura de algo especial. Los primos parisinos Guillaume y Jonathan Alric lograron la viralidad con “Territory”, cuyos temas acumulan millones de reproducciones en Spotify y todavía más en Youtube. Esto probablemente se deba a que los mencionados productores se dedican también al mundo de la fotografía, y sus vídeos lo demuestran hasta tal punto que se llevaron un premio en la anterior edición del prestigioso Festival de Cannes. Pero es cierto, y es que si las producciones de los franceses ya transmiten y juegan con las emociones, todo ello se dispara con los cinematográficos vídeos que los acompañan.
Con ritmos house downtempo, The Blaze ha logrado conquistar a todo el que les escucha desde el primer momento, y su álbum debut “Dancehall” recién estrenado lo vemos como una elongación de su anterior trabajo en la que terminan de explotar ese sonido con el que se estrenaron, aunque esta vez, con un número mayor de temas, han ido un poco más lejos yendo a producciones menos upbeat por lo general. La firma de los franceses son poderosas melodías a piano, ritmos houseros sutiles, un bass seco y potente, vocales graves modificados y una base de acordes de órgano. Todos ellos son clave para transmitir ese sentimiento vibrante y melancólico a la par que uplifting, un pequeño rayo de luz que ilumina un puzzle dispar de baile e introversión que al final es lo que The Blaze representan.
Aún así, vemos que lo de la continuación de su EP lo han tomado demasiado en serio. Claramente, los autores de “Virile” saben que esos son los sonidos que les han llevado a donde están ahora y lo han querido aprovechar al máximo, pero nos hemos quedado con las sensación de que han explotado sus capacidades, y que su estilo deberían haberlo extrapolado. Los elementos mencionados se repiten de una manera demasiado abusada pudiendo llegar a pecar de repetitivos a pesar de seguir albergando esa esencia única. Además, el hecho de que algunas de las letras de las canciones sean escasas y/o cíclicas te llevan a percibir más este aspecto que puede llegar a hacerse pesado.
En “Opener”, The Blaze comienza con simples acordes de piano para poco a poco ir metiendo vigorosas bases rítmicas y sintetizadores que por momentos rozan el electro. “Heaven” es un tema mucho más calmado, guiado por leves melodías electrónicas y con una presencia más vocal que les acerca más al dream pop. El clímax de este tema llega en el segundo estribillo, cuando la producción llega a su pico y a continuación se intercalan las partes más electrónicas con otras más instrumentales.
“She” es el tema que los franceses presentaron como primer single de este “Dancehall”, y podemos aclarar que lo eligieron muy bien pues representa a la perfección ese aura de la banda con la mayoría de los elementos mencionados anteriormente, con una base menos cambiante y más destinada a las discotecas. En “Places”, los franceses se acercan más a los ritmos latinos dentro de sus estilo y no les sienta nada mal, quedándoles un tema más optimista y bailable que el resto de su tracklist.
El siguiente track que encontraremos en este LP es “Rise”, un instrumental una vez más guiado por los acordes de piano y la base de órgano distorsionado con deep house, acompañados con ritmos más salvajes y una melodía pedal. El beat que asoma al comienzo y en los chorus de “Runaway” es lento e hipnotizante, te atrapa rápidamente y te guía para elevarte llevar con los vocales y los oscuros synths utilizados para este tema, sin duda uno de nuestros favoritos al igual que “Breathe”, el cual da un mayor protagonismo a la melodía de órgano que hemos mencionado ya un par de veces, pero es cuando se suman el resto de elementos a este cuando más brilla la canción, especialmente en los estribillos que intercalan diferentes bases de beats.
“Queens” es el segundo single oficial que los parisinos mostraron, con un vídeo emocionante que narra los puntos buenos y malos en una relación de una manera cruda, lo cual es su especialidad. Los pequeños toques melódicos y ritmos cabalgantes ayudan a dar dinamismo y emoción a este track que aunque brilla en la parte de producción flaquea demasiado en la parte vocal, llegando a distraer tu atención de las partes buenas de la canción y a pecar de repetitividad. “Faces” es otro tema sin vocales en el que Gillaume y Jonathan se desinhiben con los sintetizadores, con un track que va progresando poco a poco en elementos y sentimientos. Para dar el toque final a este “Dancehall” está “Mount”, de la misma dinámica que la canción anterior pero mucho más orgánico y vibrante, un gran punto y final para un notable disco.
Poniendo todo en contexto, podemos afirmar se les ha quedado un álbum uniforme con una idea a expresar muy clara y con una producción cuidada al detalle, aunque echamos de menos el que no hayan intentado salirse de esa zona de comfort para aportar aún más de lo que nos han enseñado, que seguro que es más de lo que parece. Esperemos que en el futuro estos productores, que ya han cogido impulso, nos muestren un número mayor de armas. Pincha a continuación para escuchar “Dancehall” al completo: