El productor, compositor y cantante británico lanza su nuevo trabajo 10 años más tarde de un debut que escondía sombras tras su luz

El tiempo que debe pasar entre que un artista lanza un álbum y el siguiente siempre genera debate. En el caso del artista Orlando Higginbottom, conocido formalmente como Totally Enormous Extinct Dinosaurs (de ahora en adelante en este artículo, TEED), han sido 10 largos años los que se ha tomado de descanso desde un álbum debut Trouble que supuso para él una catapulta al estrellato. Pero antes de comentar su recién estrenado When The Lights Go, hay que hablar de este espacio de tiempo para el artista. 

Así, en 2012, TEED comenzó a girar y a acercarse más al mundo del EDM, que en ese momento estaba viviendo su gran “boom”. Acompañado de esto y como es normal en muchos otros artistas con un camino similar, Higginbottom comenzó a abusar del alcohol más de lo que hubiera querido, algo de lo que ahora se arrepiente. A esto se suma que las condiciones con Polydor, el sello con el que lanzó Trouble, no eran las más fructíferas económicamente para él.

Ello provocó que el británico terminara aborreciendo el mundo del clubbing, DJing y los festivales. Y aunque no hizo que se separara de la música electrónica, sí que le creó la necesidad el usarla de diferente manera. TEED ha estado escribiendo con muchos artistas, así como ha lanzado multitud de remezclas e incluso una reciente colaboración con Bonobo que le ha supuesto su primera nominación a un Grammy.

Sabiendo lo anterior se entiende mejor el hecho de que en estos años Orlando sea una persona sobria, haya creado su propio sello Nice Age, así como se ha acercado mucho en este nuevo disco al pop. When The Lights Go es, a grandes rasgos, una obra de pop sintético bien trabajada que busca encontrar al oyente con el sentimiento más melancólico y sonoro característico de los años 80.

Para organizar este álbum, TEED cogió sus cientos de maquetas y las separó en temáticas de ser esperanzadoras, ansiosas y puramente tristes. Todos esos sentimientos pueden apreciarse a lo largo de las 17 canciones que lograron el corte final del álbum, el cual por el otro lado sí que  funde un sentimiento templado y agradable al oído, sin despuntar en ningún momento hacia una euforia ni tristeza extremas. Esto es sinónimo de un álbum bien atado, pero por el otro lado tiene riesgo de que poco a poco cargue más a medida que avanzan las canciones y se pueda perder la atención.

Sí que consiguen destacar sin embargo algunas de las canciones del largo en su escucha. En el core de When The Lights Go se encuentra el track homónimo, uno de los más upbeat y con los sintetizadores más luminosos (valga la contraposición con su título). La amalgama de capas melódicas electrónicas y ritmos a veces hasta pesados se contraponen con los vocales aterciopelados de Higginbottom, sirviendo a la vez como ese elemento más suave con el que envuelve todo el disco.

Justo antes de esta se encuentra introduciéndola a la perfección ‘Sound & Rhythm’, un corte de un ritmo house mucho más marcado que el resto de canciones del disco y con unos sintetizadores y chops vocales más frenéticos. Se aprecia la aparición de estas dos canciones en un momento clave en el que era necesario virar la energía de la escucha para no pecar de unidimensional e ir hacia abajo.

La versatilidad y maestría de Higginbottom a la hora de componer se hacen más latentes en tracks como ‘Blood in the Snow’. Se trata de una carta de confesión que habla sobre el pavor que TEED tiene al mundo que le podría dejar a sus hijos en términos ambientales. En lo musical es  un corte metálicamente vibrante, oscuro y cubierto de vocales que hacen eco tal vez buscando alguna mala conciencia a la que intentar cambiar.

Ya puedes escuchar a continuación When The Lights Go al completo, el segundo disco de Totally Enormous Extinct Dinosaurs