Disciple Records lanza “Disciple Alliance Vol. 4”, una compilación en la que escuchamos a muchos artistas del sello, pero poca sangre nueva.
Es un hecho que muchos de los sellos importantes dentro de la electrónica están enfocados a un sólo género, y que por ello suelen estar conformados por artistas con estilos parecidos. En el caso de Disciple, el género dominante es el dubstep, liderado por artistas de la talla de Virtual Riot o 12th Planet. Pero, que un sello esté enfocado en un género, no tiene por qué significar que todo lo que vayamos a escuchar de él sea igual, de hecho cada artista es único y por ello producen los temas de distintas maneras. El problema llega cuando esta idea desaparece y los temas, sean de un artista u otro nos empiezan a sonar todos demasiado parecidos… Esto es lo que pensamos que ha ocurrido con esta compilación, aunque realmente sea sólo la gota que colma el vaso en este asunto, ya que todo el género esta sufriendo este proceso.
El álbum está claramente dividido entre los artistas del sello principal y los artistas de Disciple Round Table, el subsello más dirigido al riddim y dubstep más experimental en general, pero, sólo un número muy reducido de artistas han conseguido sorprendernos entre ambos sellos. Empecemos por uno de los temas más esperados, “Get Lemon”, que ha sido producido entre todos los artistas del sello. A priori este podría ser un gran tema, ya que podría reflejar el estilo de cada artista, pero la realidad es que no deja de ser un tema más, sin nada interesante más allá del segundo drop en el que se nota la clara influencia de Fox Stevenson, uno de los pocos artistas que destaca en la compilación. Después de este vienen los tracks de Modestep x Virtual Riot x Barely Alive, 12th Planet & PhaseOne, Virtual Riot en solitario y Dodge & Fuski, y ninguno de ellos nos ha hecho arquear la ceja en forma de sorpresa. Por suerte, el mejor tema de la compilación es el siguiente; “Peace Of Mind” de Fox Stevenson. A día de hoy es uno de los mejores productores dentro del bass y gracias a Dios él sí que nos ha deleitado con su tema gracias a su estilo único y los múltiples recursos que tiene Fox a la hora de desarrollar sus temas. Después de este, los 10 temas restantes no tienen mucho que comentar, a excepción de “The Unknown” de The Others y “Mondays Murkin” de Truth, que con buenas ideas y deep dubstep han propuesto dos grandes tracks.
Es por todo esto por lo que nos vemos en la necesidad de dar nuestra opinión acerca de la escena dubstep tal y como la conocemos a día de hoy. Desde hace varios meses venimos notando un descenso significativo en la variedad de los lanzamientos, una fatiga producto del consumo masivo y el crecimiento descontrolado de los sellos. Si comparamos el ritmo actual de distribución de grandes sellos como Disciple o Never Say Die -incluyendo Black Label– con el que llevaron el año pasado, es evidente que la frecuencia de los lanzamientos se ha incrementado, reduciendo muchísimo el tiempo entre uno y otro. La repetición de estructuras y fórmulas que se sabe que funcionan, unido a un vago conformismo en el diseño de sonido están empezando a cansar a muchos oyentes. Puede que individualmente los temas no hayan bajado su calidad pero, en conjunto, dejan demasiadas veces esa desagradable sensación de “esto ya lo he escuchado antes”.
No obstante, no pensamos que la culpa resida en los productores, porque al fin y al cabo solo son personas tratando de ganarse la vida. Tampoco creemos que sea de los sellos, ya que se están limitando a cubrir una demanda ya existente. ¿Quién es entonces el causante de esta inestable situación? Pues precisamente el ente que genera la demanda: el público. Siendo aún más concretos, el público estadounidense. En EEUU el dubstep ha alcanzado un estado de popularidad totalmente impensable en Europa. Cada fin de semana, multitud de fiestas de este género se dan cita por todo el país, moviendo unas cantidades de dinero desorbitadas. Por si fuera poco, los festivales dedicados al dubstep están multiplicándose y alcanzando tamaños absurdamente gigantescos, siendo Lost Lands un claro ejemplo de ello. Este idílico escenario contribuye a que cada vez más gente se interese por este tipo de música, ya sea como espectador o como productor. La industria crece según crece el número de consumidores.
La intención de estas líneas no es la de adoptar una postura alarmista, ni emplear el pedante quien nos lee, es hacer un llamamiento al criterio y a la crítica, a no caer en la euforia colectiva que se está viviendo hoy en día en el continente americano. Quizás estemos siendo excesivamente dramáticos, pero hablamos con conocimiento de causa. El dubstep ya pasó por esto una vez, hace no tantos años. Pedirle a una industria que regule sus acciones en beneficio de la salud de un género es algo completamente absurdo, por eso solo nos queda pedirle al público que cuide la música que le gusta. Esperamos que este texto quede en una rabieta anecdótica y acabemos el año sin ninguna preocupación sobre el futuro de un género tan importante en la música electrónica.