Son muchos los niveles en los que los artistas influyen para bien o para mal sobre su audiencia a nivel de salud mental
Mayo es el mes de la concienciación de la salud mental, y desde Loud Cave hemos querido apoyar la causa como hemos hecho anteriormente en ocasiones similares con una entrada algo más diferente de lo que solemos escribir. Esta vez, arrojamos luz sobre la relación de los artistas con el público en los años que nos toca vivir.
La música ha ayudado siempre a la población a sobrellevar los malestares psicológicos. Las canciones tienen un gran poder: sus melodías serenan, te activan o cabrean por momentos, mientras que algunas letras pueden hacerte sentir una gran empatía con el artista con el que compartes angustia, felicidad o dolores de amor. Un concierto o una noche de fiesta pueden hacerte olvidar todo, como si esa semana tan horrible que has tenido hubiera desaparecido, o ese examen del martes por un momento no existiera ni te agobiara. Todo ello es salud mental, microdosis de felicidad que nos ayuda de manera periódica a sobrellevar nuestros mayores o menores problemas del día a día.
Los tiempos avanzan, y la relación de una audiencia con cantantes o productores ya no es la misma que hace 25 años. Es 2020, y un artista ya no se reduce a sus canciones o alguna entrevista que salga de refilón en los medios de comunicación. Aunque muchos optan por una opción de aislamiento frente a la prensa, la mayoría de ellos son un constante objetivo mediático, y el contacto con su audiencia es diario y a unos niveles tan personales como que puedes conocer la dieta y hasta las horas de sueño de varios.
Pero ya no es solo eso. Muchos artistas adquieren un arquetipo de fraternal o parental con la gente que les sigue. Se preocupan por ellos, publican sus problemas personales y sus inquietudes en el propio momento. Como cada acción, esto tiene una reacción. A algunos de nosotros nos ha ayudado el saber como se siente X en un mal día, que reconozca sentirse vulnerable y necesite ayuda.
“Si esa persona a la que admiro tiene los mismos problemas que yo y lo comparte de una manera tan abierta y cómoda frente a tanto público ¿qué miedo debo tener a hacerlo yo con alguien de confianza?”. “Qué guay que tenga un terapeuta y le haya ayudado tanto, tal vez sea el momento de que yo también lo haga y así poder sentirme mejor”
Estos no tienen por qué ejercer una influencia de manera directa. Gracias a la magia del internet la gente permanece conectada a través de aplicaciones o gustos comunes, y muchas veces el que un artista haga algo puede iniciar un tema de conversación (o disputa) en el que se puedan contrastar varios puntos de vista o sensibilizarnos unos a otros. Incluso por medio de alguien a quien se admira se pueden unir personas que tal vez no tengan a nadie más con esos gustos, lo cual es algo que también genera estrés.
Por otro lado y aunque muchas veces no lo quieran, los artistas de hoy en día ya no se limitan a ser una figura a la que se admira. El conocer tantos datos sobre ellos los convierte en un modelo a seguir a ojos de muchos. Esto se puede ejemplificar con las citas que hemos mencionado un poco más arriba, o también ha servido mucho en los últimos años para que las personas puedan expresarse como realmente quieren en términos de moda, personalidad y sexualidad. Hay ciertos pasos arriesgados de cambio que mucha gente ha dado gracias al reflejo que veían de ellos mismos en los artistas a los que admiran, y gracias a ese punto de inflexión se han podido convertir en aquello que siempre han querido.