Bienvenidos al espacio de opinión de Loud Cave. Hoy estamos aquí para tratar un tema que suele pasar desapercibido, o del que no se suele hablar demasiado: el arte callejero, mas concretamente la música callejera, que es el ámbito que nosotros trabajamos.
Para ello dos de nuestros redactores expondrán sus opiniones a continuación, en primer lugar lo hará Rafa:
Seguro que alguna vez has estado paseando por la calle, tomando algo en un bar o haciendo uso del transporte público y te has topado con alguno de esos personajes -entendido en el sentido de que interpretan un papel- que habitan las calles de cualquier ciudad relativamente grande. Lo mas probable es que tu primera impresión fuera la de: “Ya viene el pesado este a molestar…”. Pues bien, en este artículo trataré de dar mi opinión sobre este tema.
La idea de escribir sobre esto surgió mientras, estando en las proximidades del emblemático Big Ben, un chico de apariencia escocesa tocaba el característico instrumento escocés, la gaita. Para mi sorpresa, la amplia mayoría del público que se encontraba por la zona estaba disfrutando de la música del chico, sin prestar apenas atención a uno de los símbolos mas reconocidos de la ciudad de Londres.
Entrando en materia, siempre he sido defensor de la música callejera, pese a que en determinados instantes los artistas -aunque algunos no tengan ni un pelo de eso- se pasen de rosca, insistiendo en que les demos alguna aportación económica y demás. Por suerte esta no es la tónica y un artista callejero siempre suma; algunos con su voz, otros con su instrumento, con algún truco de magia y un largo etcétera porque, para mí al menos, el arte es una forma de expresión, y hay mil y una formas de expresarse.
Siempre he pensado que estos artistas merecen algo mas de apoyo, además del que proporciona el propio público. Hablándolo con un par de amigos surgieron varias ideas, de las cuales creo que merece la pena comentar una de ellas. Dicha idea consistía en la creación de un espacio público en el que los artistas pudiesen reservar de alguna forma un tiempo preestablecido y realizar su actuación. Este espacio podría ser algo como un escenario o algo similar, situado en algún punto de mucha afluencia en el que se pudiera asegurar un público numeroso y constante. Algo que podría llegar a ser viable pero que es bastante difícil de conseguir. Por otro lado, también se habló de posibles subvenciones -no demasiado cuantiosas pero si lo suficientes como para recompensar el trabajo y fomentar el arte en la calle- para los artistas, pero esta idea sí que coincidimos todos en que era bastante inviable debido a que es complicado seleccionar a que artistas si hay que dar subvención, a cuales no, la cantidad en cuestión, y mas factores que hacían de esta una idea demasiado atrevida como para llevarla a cabo.
Sinceramente, no creo que haga falta nada en el ámbito del que estamos hablando. El arte y los artistas callejeros siempre han existido, ya sea porque lo necesitan para subsistir o simplemente lo hacen, aunque pocos, por puro placer. El talento seguirá estando en la calle mientras que las grandes empresas contratan a gente por enchufe, o con menos talento y ganas de comerse el mundo que los que se expresan de cara a un público tan exigente como es la calle, como somos todos nosotros. La conclusión puede sonar un poco estúpida, pero quizá lo mejor sea que todo siga como está, respetar el espacio y el momento de estos artistas, y apoyarlos como mejor podamos y/o creamos.
Turno de Galdri:
La música callejera es la muestra perfecta de aquel estilo de música que admiramos en Loud Cave. Libertad musical, sin estereotipos ni convencionalismos. A menudo, caminando por la calles más céntricas de las grandes ciudades nos encontramos con pequeños shows musicales entorno los cuales se sitúa un gran entorno de gente. Pocas son las veces que dichos artistas reciben algún beneficio por ello; alguna moneda… Pero lo que más, sin duda alguna, grabaciones directas a los perfiles de cada espectador, en busca más bien de una buena imagen para ellos mismos que de un alago al show en sí.
Está claro que no está bien generalizar, y que en ocasiones dichas actuaciones sí son recompensadas económicamente, que al fin y al cabo es lo que se busca. Lo mínimo que se pide es que se mantenga un respeto a los artistas; un silencio sepulcral y un cálido aplauso cuando se pida es algo básico, lo mínimo que cada artista callejero debiera recibir, algo que por desgracia no está a la orden del día.
No cabe duda de que la calle es en ocasiones el mejor escaparate posible; no necesitas contactos, ni pasar a través de absurdos filtros… Simplemente eres tú, tu música y la gente que voluntariamente, quiere escucharte.
La música es arte, y la calle también cuenta como un museo; mantengan el silencio, respeten y alaben el trabajo de auténticos artistas, que por ocio o verdadera necesidad, expresan sus sentimientos mediante curiosos sonidos. Viva la música real, natural, auténtica. Viva el arte callejero.
Hasta aquí este artículo, os invitamos a que compartáis vuestras opiniones al respecto en nuestras redes sociales, podéis encontrarlas en la esquina superior derecha. ¡Hasta la próxima!