Lana Del Rey ha cogido un impulso con «Norman Fucking Rockwell!» del que no se ha querido despojar en su nuevo álbum «Chemtrails Over The Country Club»
Una gran mayoría de artistas prueban, a lo largo de su camino, multitud de ramas musicales para llegar a ser lo más versátiles que puedan. Este es un arma de doble filo porque puede hacerle a uno perder el norte y su esencia con él. Otros como Lana Del Rey, van definiendo y acotando cada vez más sus líneas buscando la perfección absoluta, con un sonido inseparable de la persona y viceversa. Tanto ha sido así en el caso de la americana que consiguió con su penúltimo disco “Norman Fucking Rockwell!” terminar de postularlo ante la crítica como una obra maestra en el que se agasajaba especialmente sus dotes de cantautora.
Y aunque la cantante termina de anunciar para junio un inminente “Rock Candy Sweet” en el que abordará las críticas hacia sus declaraciones y su persona, hoy compete hablar de “Chemtrails Over The Country Club”, el séptimo LP recientemente lanzado por la artista y que intenta mantener el tipo de su predecesor, el cual grabó casi a la vez. Sin embargo, tampoco se han tratado de dos gotas de agua, si bien en este último lanzamiento encontramos menos rock alternativo y algo más de influencias como el folk o la americana, y este tira hacia un terreno más introvertido y simple, aunque también sorprende con nuevas facetas de la artista que no habíamos escuchado hasta ahora.
Los cortes más interesantes del disco se encuentran sin duda en su primera mitad. En el opener “White Dress” encontramos a una Lana que rememora los comienzos de su carrera con un vestido blanco trabajando de camarera sobre un piano que va siendo invadido por unos platillos que terminan por crear una cama metálica sobre la voz de Lana Del Rey, quien en esta canción encuentra un nuevo rango vocal mucho más agudo de lo que acostumbra. A continuación está el title track, reciente single que promocionó con un video en el que la artista formaba parte junto a sus amigas de un grupo de mujeres lobo celebrando una especie de aquelarre. La canción va evolucionando desde lo más simple, incluyendo cada vez más instrumentación y armonías vocales.
“Tulsa Jesus Freak” no destaca solo por ser una de las canciones mejor compuestas de este “Chemtrails Over The Country Club”, sino también por colapsar una instrumentación bastante compleja con una interesantísima manera de modular la voz de la cantante, a través de un vocoder que torna su voz en metal puro, aún así delicado. En “Dark But Just A Game” encontramos una especie de collage de muchas partes que contrastan. Así, percusiones oscuras y arenosas a lo trip hop conviven con cuartetos de cuerda y vocales luminosos que abordan la fama de la cantautora. «Dance Till We Die» por su parte ahonda en terrenos jazz y en el rock de Nueva Orleans.
El primer single “Let Me Love You Like A Woman” comienza a añadir a su previo piano algunas cuerdas folk, pero no es hasta los últimos cortes hasta que no notamos una influencia más latente de este estilo. En “Breaking Up Slowly” Lana colabora con Nikki Lane, cuyo tono de voz ahumado es suficiente para trasladarnos a la América profunda. “Yosemite” es un tema guiado por varias guitarras que la cantante compuso hace 5 años, sin embargo ha decidido esperar sabiamente para encontrar un proyecto como este en el que encajara bien, y así ha sido. Y el cierre “For Free” es una versión del clásico de Joni Mitchell (no es la primera vez que la artista cierra con un tributo) en el que ha colaborado con las cantantes de art-pop Weyes Blood y Zella Day.
Ya puedes escuchar al completo pinchando a continuación “Chemtrails Over The Country Club”, el sexto álbum de estudio de Lana Del Rey: