GNX apela a la unión y a la nostalgia, pero también revela la mayor debilidad del rapero de la década
Por Jesús Martínez García (Instagram / X)
Me es imposible dejar de hablar de Kendrick Lamar. 2024 ha sido su año, y el poeta de barrio convertido en emprendedor todavía no ha terminado su arco de villano. K.Dot lleva paseando su mejor versión del hombre del saco desde que plantó cara a Drake en un beef histórico que en Loud Cave ya hemos repasado. Desde aquel artículo, han pasado más cosas dignas de mención. El 8 de septiembre, Kendrick Lamar anunció que protagonizará el Halftime Show de la próxima Super Bowl. “Solo una oportunidad para ganar el campeonato, no hay segundas rondas”, decía en el anuncio, como nueva pullita al canadiense que derrotó con la canción del verano. ‘Not Like Us’, por cierto, va encaminada al diamante, ya ha vendido más de 6 millones de copias.
El rapero de Compton, despreocupado ante posibles represalias,proclamó una nueva guerra en la noche de los MTV Video Music Awards con ‘The Day The Party Died’. La canción, publicada en exclusiva en Instagram —como muchas otras intercambiadas en el beef—, apuntaba a que su ataque trascendía una pelea de rap, el angelino arremetía contra el hedonismo y la superficialidad de la industria musical en su totalidad. Esto se da en un contexto en el que P. Diddy, legendario productor y hombre de negocios del hip hop, se enfrenta a una condena a cadena perpetua por tráfico sexual, una trama en la que se están viendo implicadas otras figuras poderosas de la música como Jay-Z, quien, por cierto, se encarga de seleccionar a los artistas que actúan en el Halftime Show.
Así, ‘The Day The Party Died’ nos presenta una nueva etapa para Kendrick, quien augura una purga: “I want agony, assault, and battery, I see a new Earth / Filled with beautiful people makin’ humanity work”. K.Dot adoptó esta personalidad vengativa en el diss track ‘meet the grahams’, en el que acusaba a Drake de financiar una red de abusos sexuales mientras se consideraba a sí mismo una suerte de justiciero y protector de las familias.
Es una perspectiva nueva y un giro de 180 grados para el carácter del rapero, que en su último disco Mr. Morale & The Big Steppers (2022, a partir de ahora nos referiremos a él como Morale) se despojaba del ego en un esfuerzo terapéutico por sanar el trauma familiar y los ciclos de violencia que arrastran generaciones. En ‘Mother I Sober’, cantaba: “Heal myself, secrets that I hide, buried in these words / Death threats, ego must die, but I let it purge”. Es una escucha intensa y conceptualmente extraordinaria, sobre todo para un artista tan integrado en el mainstream y la cultura pop. Kendrick empleó a Kodak Black, rapero de Florida con un extenso historial delictivo con condenas que van de la tenencia ilícita de armas hasta la agresión sexual, para ejemplificar ese vicio y horror del que es capaz el hombre, y lo exprime hasta la expiación, buscando romper ese bucle de abuso intergeneracional. La visión de Morale es única, humanista y preciosa, sanadora, casi desaparecida en la opinión pública y bastante más progresista que lo que pueden presumir muchos movimientos sociales, pero no envejece tan bien cuando su autor se pone el disfraz de asesino en serie y se desentiende de sus contrarios.
‘Mirror’, el teatral cierre de Morale ya vislumbraba el renacer del ego. “Sorry I didn’t save the world, my friend / I was too busy buildin’ mine again” hacía referencia a aquellas voces discordantes, ya lejanas, que acusaban a Kendrick de no aprovechar su plataforma para pronunciarse políticamente durante las protestas del movimiento Black Lives Matter del año 2020. Su hit-denuncia de la violencia policial ‘Alright’ se había convertido en el himno de las movilizaciones. Este rapero solo participó en las manifestaciones como un ciudadano más, pero no llegó a atender las peticiones de los activistas. Kendrick elige bien sus batallas, pues pudo haber salido mal parado de haber respondido como el vapuleado J. Cole, quien era aplaudido por su lírica y crítica social, y por replicar a la rapera Noname en esas fechas quedó de ignorante. La imagen de Cole, recordemos, volvió a verse afectada en la más reciente pelea entre Kendrick y Drake.
Volvamos al presente. GNX es el primer disco de Kendrick bajo su propio sello, pglang. El de California tira de sus influencias como nunca antes para un lanzamiento ligero con el que celebra sus últimos triunfos y calienta motores para la Super Bowl. Recupera el sonido de la costa californiana, el gangsta rap que lo inspiró a dedicarse al hip hop. El 50% del disco nos transporta a la Bahía de Los Ángeles, a sus palmeras, a la brisa marina y a los lowriders. El Buick Grand National Experimental de 1987 pone título al álbum, que no os extrañe que seis o siete temas acaben en las radios del nuevo GTA.
La nostalgia es intencionada, uno de los impulsores de este proyecto; el vehículo que Kendrick siempre quiso, tan viejo como él mismo —nació en junio del 87—, simboliza el éxito que ha acumulado, y su costumbre de hilar el tracklist con un mismo recurso sonoro la carga esta vez la cantante mexicana Deyra Barrera, a quien Kendrick conoció en un partido de Los Angeles Dodgers, y que aparece ocasionalmente para aportar un toque dramático al asunto.
La otra mitad de GNX es una mezcla de ideas pop y reflexiones sobre el rap game. El álbum en conjunto supone una celebración de la cultura local y de la más reciente victoria de Lamar, victoria que desmitifica ese big 3 compuesto por un rapero con miedo al enfrentamiento y otro que corre a comisaría cuando pierde sobre la lona. Este es el Kendrick más west coast que hemos tenido.
En ‘wacced out murals’, la apertura al disco, K.Dot hace balance de los últimos meses. Relata la soledad que conlleva estar en lo más alto, empezando por mencionar que vandalizaron un mural con su retrato en su Compton natal. Es el tema más revelador, nos muestra la indignación que sintió cuando Snoop Dogg compartió uno de los diss tracks de Drake y Kendrick también explica que el artista canadiense intentó sobornar a gente de sus círculos para obtener información sensible que pudiera usar contra él. El californiano ve celos en los que una vez fueron sus ídolos, y como la cima es solitaria, Dot ya siente que todo el mundo es su enemigo (“Fuck everybody, that’s on my body / My blick first, then God got me”). GNX es un proyecto poco ortodoxo para Lamar, muy sencillo, claro y directo. Lo que ves es lo que hay: “This is not for lyricists, I swear it’s not the sentiments / Fuck a double entendre, I want y’all to feel this shit”.
‘squabble up’ es un divertidísimo homenaje al sonido bounce con el que Kendrick se mofa de sus adversarios. Pincha esa soberbia, el rapero sabe que es capaz de lanzar un disco cuando quiera y estropearle el fin de semana a cualquier artista: “«Ayy, Dot, can I get a drop?» I’m like, «Nigga, nah””. Lamar lanzó GNX para la sorpresa de todo el mundo ya entrado el viernes, y fastidió las promociones de varios discos para acabar con 7 pistas en el top 10 de Billboard. Por ejemplo, entorpeció la recepción del álbum de Ice Cube, también de LA, quien hace nada dijo ser “Kendrick antes de Kendrick”. El dueto con SZA, ‘luther’, hace que cualquier corte melódico de DAMN. (2017) palidezca, con unos chops vocales de Cheryl Lynn y Luther Vandross que conjugan con unos bellísimos arreglos de cuerda.
‘man at the garden’ nos devuelve a los 2000 con un beat minimalista reminiscente del 808s & Heartbreak (2008) de Kanye. En realidad, se trata de un homenaje al ‘One Mic’ de Nas en el que Kendrick agarra al oyente en cada compás. Tiene esa fuerza en su voz que atrapa y compromete, como si te estuviera inquiriendo en persona. Se considera el mejor rapero de todos los tiempos y presume de su categoría, y no duda en anunciar su sed de sangre: “I did it with integrity and niggas still try hate on me, just wait and see / More blood be spillin’, it’s just paint to me”. Como ‘wacced out murals’, este tema lleva esa actitud del que mira desde la cumbre, en silencio. Cuando dice “Pray for those who prayed against me” retoma la templanza que mostró en Morale, pero también da pistas de que su superioridad no es solo lírica, sino de una dimensión ética y personal. Esto no es una performance.
GNX cuenta con más temas hyphy como ‘hey now’, que fusiona el flow musitado de Drakeo The Ruler con las melodías del grupo de Atlanta D4L,o ‘tv off’, que es lo más parecido a un segundo ‘Not Like Us’. ¿Los culpables? Las trompetas festivas de Mustard y el punzante sentido del humor de Kendrick. “Nigga feel like he entitled ‘cause he knew me since a kid / Bitch, I cut my granny off if she don’t see it how I see it” o eso de “I hate a bitch that’s hatin’ on a bitch and they both hoes / I hate a nigga hatin’ on them niggas and they both broke” me recuerdan a lo último de Tyler, The Creator, es hilarante. La composición 100% original de ‘dodger blue’ es tan adictiva que deja con ganas de más, sobre todo por lo cortas que son las contribuciones de Wallie the Sensei, Ink, Siete7x y Roddy Ricch. ‘peekaboo’ pretende mofarse de aquellos que critican a Kendrick por esa imagen de artista con un fuerte componente social pero inconsistente con sus hits, con una aparición de AzChike graciosísima: “Play that opp shit around me, I’ma tell you, «Turn it off» / Heard what happened to your mans, not sorry for your loss”.
Retorna el ejercicio introspectivo en ‘heart pt. 6’, que ignora la última contribución de Drake al beef para honrar los primeros pasos de Kendrick en Top Dawg Entertainment, la discográfica que dejó tras publicar Morale y con la que saltó al estrellato de la mano de sus compañeros ScHoolboy Q, Ab-Soul o SZA. El combo Sounwave-Antonoff que firma la producción del álbum es exquisito, aunque ese sample de SWV es tan evidente y calcado a la canción original que deja un sabor agridulce. El tema homónimo ‘gnx’ sorprende por un teclado errático que no pega nada con el resto del beat, un ritmo extrañísimo, pero de algún modo tanto Kendrick como los raperos Hitta J3 y Peysoh se deslizan por él sin esfuerzo.
‘gloria’ remata el álbum brillantemente. Lo que parece el relato de las dinámicas relacionales entre Lamar y su prometida, con sus altibajos y tintes tóxicos, cambia de sentido cuando K.Dot revela que está hablando de su pluma, su habilidad lírica. Lejos de ser un giro de guion cursi y cliché, este final da una lectura totalmente distinta a la canción, en la que cada verso cambia su significado dependiendo de si se lee con una mujer real en mente o pensando en las letras de los raps del artista (“So jealous, hate it when I hit the club to get some bitches / Wrote ‘em off, rather see me hit the church and get religious”). De hecho, es la misma Whitney, madre de los hijos de Kendrick y a quien Drake también intentó humillar durante el beef, la que ha inspirado al rapero en muchísimas ocasiones, siendo Morale el ejemplo más claro. “Remember when you caught that body and still wiggled through that sentence?” es una de esas líneas de ‘gloria’ que pasan de anecdóticas a geniales gracias a ese recurso.
Si hay un momento en GNX en el que la naturaleza contradictoria de Kendrick emerge es en ‘reincarnated’, donde el rapero canaliza a Tupac. Homenajeando el ‘Made Niggaz’ publicado en 1997, K.Dot emplea la característica agresividad en la voz de Pac para interpretar un diálogo entre Dios y el Diablo, en que se entremezclan las vidas pasadas —idea recurrente en su obra, en ‘wacced out murals’ rapea “Old soul, bitch, I probably built them pyramids”— y una potente tríada de figuras paternales: el padre biológico, el divino y el musical. Si hay algo que le gusta a Kendrick es escribir con ínfulas grandilocuentes, y aunque esa conversación sobrenatural cansa un poco, es una canción muy cohesiva narrativamente. Eso sí, el hecho de que este tributo a Tupac Shakur pueda ser la respuesta de Lamar al Drake que intentó burlarse de él con la inteligencia artificial de ‘Taylor Made Freestyle’ le quita bastante seriedad al asunto.
Kendrick arrastra la idea de heredar el legado de Tupac desde su primer contrato discográfico. En ‘The Heart Pt.3’, donde anunciaba la fecha de su primer gran éxito, good kid, m.A.A.d city (2012), lidiaba con la presión de tomar el relevo de la costa oeste: “When the whole world see you as ‘Pac reincarnated, that’s enough pressure to live your whole life sedated”. Las expectativas puestas en él no eran infundadas, sus antecesores —entre ellos, las leyendas de Los Ángeles Snoop Dogg, Kurupt y Warren G— lo coronaron sucesor en un emotivo concierto en 2011. En Section.80 (2011), su primer álbum, Lamar llamaba a la revolución. Pronto dudaría de sus capacidades, tropezando con las tentaciones asociadas a la fama en To Pimp A Butterfly (2015) y cediendo a la incapacidad de lograr un cambio en DAMN., cinco años después de obtener el reconocimiento internacional. En Morale, Kendrick renunció finalmente a su estatus y al complejo de salvador, pero tras sus últimas apariciones, se podría decir que se rindió muy pronto.
¿Cómo nos explicas que tras colaborar con Kodak Black basas tu batalla con Drake en acusarlo de delincuente sexual? En el mar de contradicciones que vive el ser humano, la equidistancia o la falta de actividad política podría verse motivada por comodidad o conveniencia. Kendrick Lamar, proclamado sucesor de Tupac, quien fue un portavoz del nacionalismo negro y heredero de las ideas de su madrina Assata Shakur y las Panteras Negras, no ha llegado a posicionarse ideológicamente. En su carrera prolifera la crítica de la violencia entre bandas y el racismo ejercido desde el brazo armado de la ley, ha arremetido contra Trump y al sistema electoral, pero también ha expresado su rechazo a los impuestos en canciones como ‘Wesley’s Theory’ y ha apoyado a Obama.
Así, Kendrick se va pareciendo cada vez más al hombre negro que vive el sueño americano. Y el actuar en la Super Bowl, que no deja de ser una celebración del capitalismo y el militarismo estadounidense, solo me reafirma en esa idea. Me pregunto qué pensaría Pac. El de All Eyez On Me (1996), por cierto, también estaba lleno de incoherencias. ‘Keep Ya Head Up’ fue lo más cercano a un himno feminista que podría haber engendrado el gangsta rap, pero Shakur fue condenado por abusar sexualmente de una fan en 1994. Pac y Dot comparten la fama, el poder cautivar a las masas sin dejar de lado sus orígenes, pero también se asemejan en la dualidad de su carácter. “I’m the biggest hypocrite in 2015”, aseguraba Kendrick Lamar en la violenta ‘The Blacker The Berry’, un adelanto de su obra magna To Pimp A Butterfly. Por aquel entonces se proclamaba el mejor rapero vivo. Casi diez años después, en ‘man at the garden’, nos pregunta al terminar un intenso crescendo por qué nos merecemos al mejor de todos los tiempos.
Resumiendo, el Kendrick humilde y catártico de hace dos años ha muerto para dejar paso a un ego desmedido, el que buscaba sanar heridas ahora persigue el conflicto. En ‘wacced out murals’ amenaza: “What bridge they done burnt? All of them, it’s over with / I’m doin’ what COVID did, they’ll never get over it”. K.Dot está convencido de que está por encima del resto, técnica y moralmente, y además, su complejo de salvador no parece haber desaparecido. El artista es consciente de su eterna contradicción, por la que parece moverse cómodamente y según le venga en gana.
En ‘squabble up’ pregunta: “Tell me why the fuck you niggas rap if it’s fictional?” para que después admita haberse inventado versos en ‘gloria’, donde también reconoce sus incongruencias. Es maravilloso tener a un artista tan brutalmente honesto en cada lanzamiento y ver cómo cambia su perspectiva, pero aun sabiendo que este tipo está lejos de ser perfecto, el que sea conocedor de su propia hipocresía desde hace años y se muestre tan a gusto dentro de ella resulta, como poco, cuestionable.
Cabe preguntarse: ¿es genuina esta ambivalencia? Los sentimientos encontrados de Kendrick parecen auténticos, ya que quedan tan patentes como su aburguesamiento. Y para qué engañarnos, esa hambre competitiva atrae mucho más que el espíritu conciliador. La energía de GNX, los contrastes de sus componentes y lo diferente que es del típico lanzamiento de rap despiertan un deseo por saber más de Kendrick Lamar. ¿Cómo ha llegado hasta aquí? ¿Adónde irá ahora? ¿Hallará el equilibrio? ¿Regresará a la duda, perseguirá la modestia? ¿O defenderá su posición en el rap, sin importar quién le plante cara?
Drake, el que se llevó lo peor de la batalla de rap del año, ha denunciado a Universal Music Group por difamación, por distribuir las acusaciones de pedofilia de ‘Not Like Us’ y también a Spotify por “inflar las cifras” de esta canción. Por otro lado, a Lil Wayne pareció no sentarle bien que Kendrick fuera elegido para cantar en la Super Bowl. El evento se celebrará el 9 de febrero en Nueva Orleans, ciudad natal de Wayne, quien por algún motivo esperaba ser la estrella musical del espectáculo —a pesar de no tener un hit desde ‘Don’t Cry’ con XXXTentacion en 2019—. En la segunda estrofa de ‘wacced out murals’, Kendrick lamenta irónicamente haber decepcionado a otro de sus ídolos, con un guiño a ese ‘Let Nas Down’ que hizo J. Cole allá por 2013. Sin embargo, como ya ocurrió con Nas y Cole, a Weezy no le ha molestado la dedicatoria, por lo que no parece que vaya a haber más bronca de momento.
Independientemente de lo que ocurra en el futuro, GNX es otro disco espectacular de Kendrick, quien ya ha anunciado una gira de estadios junto a SZA. Porque mientras unos lloran, otros celebran. Y que una obra artística estimule tanto el diálogo solo hace a su autor más grande. Al final, por mucho que nos fastidie, en esta competencia por el mejor entretenimiento solo puede haber un ganador. “Whacked the murals out, but it ain’t no legends if my legend ends”.