Róisín Murphy se ajusta bien la corona con “Róisín Machine”

Róisín Murphy es historia viva del disco, del pop y del house. En “Róisín Machine” la irlandesa no pierde su tino ni en un año infectado por todos estos estilos

Este año hemos escuchado grandes discos que han revivido la música disco como los de Jessie Ware o Dua Lipa, álbumes que han tratado de honrar este género desde un punto de vista más contemporáneo. Sin embargo, ha habido otras cantantes aún activas que han mamado de ella y la han hecho crecer y brotar, personas como la australiana Kylie Minogue, quien tiene ya apunto su nuevo trabajo… o Róisín Murphy, nuestra protagonista de hoy.

La artista irlandesa ha sido una las piezas fundamentales de la música de los 90 y los 2000 como una de las partes de Moloko (¿os acordáis de “Sing It Back”?), y desde el final de esa etapa ha concatenado su carrera en solitario permaneciendo en la vanguardia como una de las artistas pop más veneradas gracias a discos como “Overpowered”. Una leyenda que para su quinto disco recién estrenado, “Róisín Machine”, ha trabajado mano a mano junto a otra, el productor DJ Parrot, también conocido como Crooked Man.

Según las propias palabras de Murphy en una entrevista para Jenesaispop, el álbum es la simulación de una experiencia en una discoteca típica de los 80 en la que entras y paseas por diferentes habitaciones en las que ocurren cosas distintas, con músicas diferentes y en un entorno de alegría y hedonismo. Y si trasladáramos esto a nuestro mundo terráqueo, sabemos que en esta sala habría un gran hall principal de entrada en el que estaría sonando “Simulation”, la canción que abre el disco y que habla, irónicamente, de encontrarnos en una simulación de la pista de baile, sin duda algo que sienta certeramente nostálgico en los tiempos que nos corren. La canción es un gran acierto que funciona a la perfección como opener: larga, con ritmos lentos y con una progresión de capas instrumentales. 

El universo de “Rosin Machine” es una gran maquinaria de funk, house, disco y pop creada para hacernos bailar y dejarnos llevar, disfrutar sin sentimiento de vergüenza o preocupación… y “Kingdom Of Ends”, el siguiente track, hace un efecto vórtex hipnótico y obsesivo que te absorbe de una manera casi primitiva con sus efectos de sonidos y voces mandatorias. Esta canción es un portal entre el pasado y el futuro, una fantasía que habla de ponerle punto y final al deseo y al capitalismo nombrada en honor al escritor Mark Fisher y una teoría de Immanuel Kant.

Tras esta, las atmósferas oscuras y sudorosas se disipan para abrir paso a los sonidos baleares y ritmos arenosos con intro góspel de “Something More”, canción en la que Rósín Murphy hace referencia a una constante necesidad nunca saciada y desahogada mediante el baile. Se trata de una de las canciones que más se acerca al pop de todo el álbum y sin duda una de nuestras favoritas. “Shellfish Mademoiselle”, por su parte, carga más de electricidad el ambiente con rápidos sonidos serpenteantes en sus bases y fuertes conjuntos de cuerdas.

En “Incapable”, canción en la que la irlandesa se ve incapaz de amar, esta explota su faceta más glamurosa aunque no le haga falta forzarla. Aunque la verdad es que las cuerdas funkeras, las mantas electrónicas ligeras y los chasquidos que la visten hacen un gran trabajo para blindar este status de diva. En “We Got Together” se nota cómo Murphy se vuelve a “ensuciar” con un flow más característico del hip hop y varias frases que se van repitiendo de manera alternada.

“Creo que mi historia todavía no ha sido contada”. Así abre Róisín Murphy uno de sus mayores éxitos, “Murphy’s Law”. Ya hemos mencionado antes que la artista brilla en un panorama vanguardista, y esto es algo que ha sido su cruz llegando a haberle puesto en jaque en momentos como hace un par de años cuando unas declaraciones (o más bien acusaciones) hacia varios medios echándoles en cara que no la prestaban la atención que merecía. Independientemente de la atención que se la preste, cualquiera que sepa y la escuche sabe que es la jefa gracias a fantasías disco como la que brinda en este track.

Por su parte, “Game Changer” no busca un significado tan filosófico como el de “Kingdom Of Ends”, y en esta la artista canta de una manera simple e introspectiva sobre un hombre que le gusta como haría cualquier otra cantante veinteañera hoy en día. Esta canción sirve de hilo conductor hacia un final del disco más uptempo conformado por “Narcissus” y “Jealousy”. La primera vuelve a unir inevitablemente a esta artista que no se quiere etiquetar al pop discotequero enloquecido en violines, y el cierre nos acelera de una manera extra con ritmos aún más rápidos y sonidos bailables de altas energías empapadas de disco y funk, como si de una manera paralela el DJ de esta discoteca imaginaria quisiera ponernos el último temazo antes de encender las luces.

Róisín Murphy ha sabido dar brillo a una marca de identidad inquebrantable que no se siente para nada camuflada en un año en el que la música disco está a la orden del día y a veces un poco saturada. Sus canciones en este disco, al igual que todas las que lleva compuestas, permanecerán imperecederas en el tiempo. Ya puedes escuchar a continuación “Róisín Machine” al completo:

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